Efraín Huerta Estará Presente en la FUL

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normalDurante la segunda jornada de la Feria Universitaria del Libro Efraín Huerta presentará la nueva propuesta poética de Mariángeles Comesaña: De la mano del viento, colección de Ediciones el Tucán de Virginia, de la Dirección General de Publicaciones de Conaculta, del año 2011.

El breve texto explora regiones de una biografía atribulada, que insiste en la investigación del pasado y en la búsqueda de una soledad más a medida. Encontramos tintes de una cotidianidad nihilista, como en “todos somos un ojo, un fémur/ una joroba adolorida, un timbre de voz”; la búsqueda del otro como remedio a males interiores, así en: “una se encuentra sola/ sola en el desayuno,/ en la ventana,/ sin más ropa colgada que una sola/ sin más agua en la jarra/ para qué, para quién/ sin más calor/ que el lienzo de unas sábanas”.

Y la búsqueda existencial, en este marasmo cotidiano: “Aquí estoy/ en medio de la tarde/ entre el filo de mis propias espadas/ rasgada por el viento/ que sopla entre las hojas”, al que no le faltan “las bolsas,/ las miradas,/ los besos mordelones,/ las caricias promiscuas,/ se cruzan con la noche”.

Otra propuesta para este mismo día de actividades culturales es la de Lucía Álvarez en la presentación de su obra La música, el Dionisos vivo, elegantemente editada por ArteletrA/Colofón este mismo año. ¿Qué sabemos de la música? ¿La entendemos en su justo alcance? ¿Nos detenemos a reflexionar por qué nos conmueve? ¿Conocemos cuál es su sustancia verdadera?, se pregunta la autora.

En su declaración de motivos, Álvarez señala que su texto es “un acopio de reflexiones alrededor del valor antropológico de la música… su desempeño en la formación humanista del hombre”. Bajo la indudable premisa de que la música “abriga en ella misma un valor universal”, la autora empieza por describir sus orígenes físicos; procede luego a definir ese extraño objeto llamado “arte” y como es que la música es uno de los artes mayores, además de su relación con las demás manifestaciones artísticas. También la relación que la música tiene con otras disciplinas aparentemente ajenas, como la medicina, la educación. Y con el trabajo: “Están además las canciones pastoriles, las de siembra, las de labranza y aquellas que los capataces hacían cantar a los esclavos negros en los campos sureños de Estados Unidos mientras trabajaban, para asegurar que no ingirieran lo cosechado.”

El capítulo tercero está dedicado a “El deambular filosófico, estético, mágico y religioso de la música”, mientras que el cuarto y último apartado aborda componentes tales como instrumentos, compositor, partitura, intérprete, oyente y crítico, para cerrar el círculo trazado sobre un tema apasionante que afortunadamente permea todas las actividades del ser humano. Ya lo decía el entrañable Friedrich Nietzsche: sin música, la vida no tendría sentido. María Aguilar. Hidalgo Sport

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